Todo es posible, solo basta creer
Por Carolina Neira Campos

Hola, he estado pensando en dos historias de la Biblia y quiero compartirlas contigo. Me refiero a Mateo 13 del 53 al 58 y Marcos 9 del 15 al 25.

Ambas historias son muy parecidas, tanto que pensé que era la misma relatada por dos evangelistas diferentes, pero no, estaba equivocada. Son dos historias que comienzan igual, pero sus finales son diametralmente opuestos.

 

Las historias

En el primer relato, Jesús estaba enseñando en un templo y muchos quedaron asombrados por su sabiduría y poder para hacer milagros. Mientras que otros, decían entre sí: “No es más que el hijo del carpintero”, se burlaron de él y se negaron a creerle.

En el segundo relato, Jesús se acercó a la multitud y corrieron a saludarlo llenos de asombro. Mientras que el padre de un joven que necesitaba sanidad, lo reconoce como hijo de Dios. Este padre se humilla ante Jesús y le pide que le ayude con su incredulidad.

 

Dos historias con inicios similares. En ambas, Jesús estaba haciendo lo que sabía hacer: milagros y maravillas, y la reacción inmediata de quienes lo acompañaban era de asombro en ambos escenarios. Pero aquí comienzan a separarse las historias. Cada una tomó un rumbo muy diferente a la otra. En la primera, cuestionaron la procedencia de Jesús, indicando que era solo el hijo del carpintero, mientras que en la segunda, es reconocido como hijo de Dios, con el poder de sanar.

 

¿Acaso no nos ha pasado a veces de dudar de quién es realmente Jesús? ¿A qué Jesús nos hemos acercado: Al hijo del carpintero o al hijo de Dios?

Todo es posible

 

Las reacciones posteriores igual se diferenciaron. Los primeros se burlaron de Jesús y el padre del joven se humilló ante Jesús. Era obvio. Si no reconocían a quién tenían enfrente, su reacción no podía ser otra. 

 

En ambos relatos, hubo una decisión: mientras que en el primero, decidieron no creer; en el segundo, el padre pidió a Jesús que le ayude en su incredulidad. El problema no es la incredulidad, el problema es decidirse a no creer. Vivimos en un mundo natural donde lo sobrenatural nos aturde un poco (o a veces más que un poco), pero podemos pedirle a Dios que nos ayude a creer, que nos ayude a ver que es posible lo que humanamente no lo es.

 

Estas decisiones marcaron el final de cada historia. En el primer relato, Jesús dejó de hacer milagros en el pueblo “debido a la incredulidad de ellos”. En el segundo relato, Jesús se dispuso a ayudar a ese padre y continuó haciendo milagros.

 

¿Cómo quieres que sea tu final? 

Muchos se han asombrado por lo que Dios ha hecho en sus vidas, tal vez eres parte de ese grupo, pero eso no basta.

 

Comienza preguntándote ¿quién es Jesús para ti? ¿Es un buen hombre que marcó la historia, hijo de un carpintero y nada más? ¿O es el hijo de Dios que marcó tu historia y que tiene poder para hacer cualquier cosa aunque parezca imposible?

 

¿Qué harás estando frente a Él?  ¿te burlarás o te inclinarás ante su poder? 

 

¿Qué decidirás? ¿Te negarás a creer o le pedirás que te ayude en tu incredulidad?

 

Jesús sigue en el negocio de los milagros, sigue teniendo el mismo poder de hace años y hoy quiere sorprenderte. ¿Acaso hay algo imposible para Dios?

 

Dos historias, elige tu final.

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