tartaleta, carolina neira campos, para nosotras

Por Carolina Neira Campos

Se nos ocurrió tomarnos el día y recorrer esos hermosos parajes que rodean nuestra ciudad. Fue así como rodeamos el lago más grande de nuestro país y llegamos a una ciudad turística que se reconoce por las deliciosas recetas, muchas de ellas de origen alemán. La tentación era grande. Cómo no entrar a uno de esos lugares donde nos ofrecerían esas exquisiteces!! No pudimos resistirnos… una tartaleta es mi debilidad.

Lección de vida

Esas ricas recetas me recordaron a una simple pero profunda conversación con mi hijo. Cuando era pequeño y con su candidez que le caracterizaba me preguntó ¿por qué a las personas le ocurrían cosas malas? Sí, parece una pregunta simple y habitual, pero respondérsela de tal manera que le convenza y le sirva para su propia vida, no fue tan fácil.

Una tartaleta sabia

Lo llevé a la cocina y comenzamos a preparar un pastel. Me ayudó a juntar todos los ingredientes, uno por uno. Harina, azúcar, sal… ¿sal? Pero si sería un pastel dulce!! Y seguimos. Polvos de hornear, ralladura de limón, aceite, leche, fruta, huevos. Comenzamos a unir todo y le pregunté si le gustaría comerse la ralladura de limón. Me dijo que no. Lo mismo con la sal y me dijo que no, otra vez. Y los huevos crudos? Y siguió respondiendo lo mismo: No. Claramente, los ingredientes por separado no tenían ningún atractivo para él, incluso aquéllos que parecían apetitosos como toda esa fruta o la taza de azúcar.

Pero al avanzar en la preparación y por fin sacar la tartaleta del horno, no pudo resistirse a la delicia que tenía por delante.

Esa emoción me sirvió para responderle a su inicial pregunta. La vida está compuesta por muchos ingredientes y si observamos uno a uno, seguramente no todos serán de nuestro agrado en el momento. Pero si comenzamos a analizar el resultado de la mezcla de todos ellos, podremos admirar la belleza del resultado.

Jesús le dijo a Simón Pedro: «Lo que yo hago, no lo entienden ahora, pero lo entenderán después» (Juan 13.7). ¿Incluir sal en una tartaleta? Era contradictorio, pero era necesario probar la tartaleta para entender que incluso esa pizca de sal le daba el sabor justo y preciso a nuestra receta. (Además, era una costumbre de mi Oma echarle sal a TODO!!)

En medio de tus problemas

No te estoy pidiendo que comprendas las razones de tu circunstancia, sólo que tengas fe de que cuando pases por las aguas, Dios estará contigo (Isaías 43.2). Es más, promete estar con cada uno de nosotras cada día hasta el fin del mundo (Mateo 28.20). Podemos decir igual que el salmista que aunque andemos en valle de sombra de muerte podremos confiar pues Dios estará con nosotros y nos alentará a seguir adelante (Salmo 23.4). Así como la gallina a sus polluelos, gozamos de su cuidado y protección (Salmo 91). “Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Romanos 8.31)

Confiando nuestras vidas al amor del Padre

Hoy nos queda encomendar nuestro camino al Señor, confiar en Él y guardar silencio y Él hará lo mejor para nuestras vidas (Salmo 37.5,7).

De seguro habrá momentos de risa y de llanto (Eclesiastés 3.4), pero debemos confiar que Aquel que venció al mundo es el que nos ofrece paz (Juan 16.33) y nos librará de todas esas aflicciones (Salmo 34.19). Además, enjugará nuestras lágrimas (Apocalipsis 21.4), cambiará nuestro lamento en danza (Salmo 30.11) y perfeccionará su obra (Filipenses 1.6).

Si aún no vives esta hermosa experiencia de paz en tu vida, Dios te está enviando una fascinante invitación:

“Vengan a mí, todos los que están cansados y cargados, y yo los haré descansar.

(Mateo 11.28)

Recuerda que el ladrón quiere robarte y atemorizarte pero Dios quiere darte vida en abundancia (Juan 10.10). No demores en contestar!!

De seguro, es complejo considerar como una razón para alegrarse aquellos momentos difíciles, pero tendremos la recompensa al pasar la prueba (Hebreos 12.11; 2 Corintios 4.17). Por tanto, aunque suene ilógico en nuestras mentes, gocémonos cuando nos encontremos en medio de una prueba (Santiago 1.2) y ese gozo nadie lo podrá quitar (Juan 16.22). Pues Él mismo nos perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá.” (I Pedro 5.10)

¿Sabes cuál es la palabra que más se repite en la carta de Pablo a los filipenses? Regocijo. Y ¿sabes dónde estaba mientras escribía esa carta? En la cárcel.

Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense!

(Filipenses 4.4)

Hoy es tiempo de alabar a Dios en medio de nuestras circunstancias. Y a propósito, ¿cómo está quedando tu tartaleta?

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