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Por Carolina Neira Campos

Qué paradoja: en un mundo globalizado, la soledad nos invade.

Como madres sabemos que debemos estar presentes para nuestros hijos de diferentes formas y cumpliendo variados roles: profesoras, enfermeras, psicólogas, amigas, proveedoras, abogadas, artistas, confeccionistas, cocineras, … tanto así que a veces parecemos pulpo para poder atenderlos de la mejor manera.

La soledad no tiene cabida en la mente de Dios

Asimismo, cuando acudimos a Dios, Él está dispuesto a recibirnos con los brazos abiertos cualquiera fuese nuestra necesidad y en todo momento. Por algo su nombre es EMANUEL, que traducido es Dios con nosotros (Mateo 1.23). La soledad no tendrá lugar cuando conozcamos bien en quién hemos creído.

Cuando leemos el evangelio según san Juan, podemos descubrir en cada capítulo, 21 facetas de Jesucristo que nos dan la seguridad que estará preparado para recibirnos y, más aún, darnos lo que necesitamos.

1. Dios:

En el capítulo uno, Juan comienza estableciendo sin lugar a dudas que Jesús es Dios. Agregó “vimos su gloria” para aclarar que fue testigo de su deidad y poder. Ese mismo poder está a nuestro alcance hoy.

¿Es imposible lo que estás esperando? Acuérdate de Elisabet, que no podía concebir y dio a luz a Juan el Bautista y el mismo ángel dijo “Porque no hay nada imposible para Dios” (Lucas 1.37). El mismo Jesús nos dice. “Al que cree, todo le es posible” (Marcos 9.23). Muchas podemos dar testimonio de las grandes obras que Dios ha hecho en nuestras vidas. Si necesitas un milagro, estás frente al indicado: Dios.

2. Hijo del Hombre:

Jesús compartió en sociedad tal como lo hacemos nosotras hoy. Fue a un matrimonio, lloró, sufrió, se cansó, tuvo hambre, tuvo sed, se enojó, creció como un niño cualquiera, aun siendo Dios, pero “no quiso hacer de ello ostentación” (Filipenses 2.6). Los entendidos lo llaman “unión hipostática”, o sea, era 100% Dios y 100% hombre.

¿Qué mejor intercesor tendremos entonces? Sólo alguien que esté a la diestra de Dios y que conozca en carne propia nuestras dificultades. Jesús sabe muy bien cómo se experimenta la soledad. Cuando todos lo dejaron, él acudió a su Padre.

Por eso oramos en el nombre de Jesús, pues es el mediador perfecto entre la santidad de Dios y nosotras. No temas pedir y acercarte al Padre, pues entiende perfectamente tu situación.

3. El Maestro divino:

Así ha venido de Dios, tal como lo dijo Nicodemo, Simón Pedro, Juan, los 10 leprosos y cuántos más. Pacientemente, una y otra vez, enseñó las verdades del Reino para que no hayan dudas y todos pudiesen entender.

¿Algo no está claro? ¿Algo no entiendes bien? Pues el mejor Maestro está a tu alcance. ¿Has oído ese hermoso himno que dice: “Oh, yo quiero andar con Cristo, quiero oír su tierna voz, meditar en su palabra, siempre andar de él en pos”? Preciosa inspiración, que se vuelve aún más bella cuando la cantamos con el corazón. Sigamos sus pisadas, escuchemos sus enseñanzas, acerquémonos a su sabiduría y comprenderemos “aún las cosas grandes y ocultas” que no conocemos.

4. El ganador de almas:

¿Sabes a quién se acercó Jesús en el pozo de Jacob? Increíblemente para la época, Jesús no sólo se acercó sino que también dialogó con una cuestionada mujer samaritana. En esos tiempos, Samaria era una región opositora a los judíos, tanto que eran considerados como a perros: la mujer le advierte a Jesús que “judíos y samaritanos no se tratan entre sí”. Pero a Jesús no le importó.

No sólo era samaritana sino que era mujer. Era mal visto que un Maestro se relacionara con una mujer que no tenía voz ni voto entre la sociedad y no bastando con eso, estaba en adulterio. Jesús lo sabía, pero no dudó en aproximarse para ministrar el corazón de ella. Al comienzo del capítulo, Juan declara que a Jesús le era “necesario pasar por Samaria” pues sabía que había un alma a quien salvar. Tal vez, esa mujer sufría una soledad angustiante. Cinco maridos no habían suplido el amor que buscaba. Pero Jesús se acercó, como lo hace hoy contigo.

Presta atención, están tocando la puerta. Si abres, entrará el Salvador pues le es necesario pasar por tu casa hoy para ministrar tu corazón. ¿Te sientes menoscabada? ¿Crees que estás lejos de Dios? Noticia de última hora!!! Él está siempre contigo y te honra.

5. El gran médico:

Jesús hace un énfasis especial cuando sana al paralítico de Betesda. Le pregunta “¿quieres ser sano? A veces creo que nos acostumbramos a nuestras dolencias o enfermedades a tal punto que las llamamos nuestras: mi dolor de cabeza, mi diabetes, mi reumatismo, mi…mi…mi.

Dios tiene todo el poder para sanarnos e incluso podemos tener toda la fe que Él lo haría, pero ¿queremos ser sanadas? Estamos frente al gran médico, no es necesario hacer largas filas para tomar hora. Tampoco esperar que el ángel venga a agitar las aguas, sino simplemente presentarnos ante Él con un corazón dispuesto, creyendo que Quien conoce “todas aquellas cosas que fueron luego formadas” puede y quiere sanarnos. Conoce nuestro corazón que está atormentado por heridas de maltrato y soledad. No te hará muchas preguntas, sólo te dirá: ¿Quieres?

Tal es su interés en sanarnos que en el relato lo hace en un día de reposo. No dudes en acercarte a pedirle sanidad… sólo debes querer.

6. El pan de vida:

Este pan no es como el maná que cayó del cielo sino es el que descendió del cielo para dar vida eterna. Quien comiera de este pan nunca tendrá hambre.

Acababa de alimentar a más de 5000 personas, precisamente con pan y pescado, milagro que sirvió de antesala para presentarse a Él mismo como pan de vida. A pesar que está interesado en satisfacer nuestras necesidades físicas, necesita dejar claro que su verdadera misión es dar vida a los que creen.

En nuestra cultura el pan es un alimento esencial en cada mesa. A veces podría faltar otra comida pero si tenemos pan, podemos saciar el hambre.

Pero, ¿por qué Jesús se compara con un bocadillo de tan fácil receta? Simplemente porque era conocido por los judíos, no era una metáfora sobrenatural o lejana de entender, era una realidad cotidiana para ellos y para nosotras. Además, Jesús estaba intentando revelar su próximo sacrificio. Al igual que el trigo, debía morir, echado en tierra y sólo de esa manera daría mucha vida.

Cuando pasamos por ciertas agonías, recurramos al que lo sufrió todo y más por nosotras, que conoce bien por lo que estamos pasando y que aun así, no abrió su boca. Quiere ser nuestro alimento espiritual y darnos vida en abundancia. Ahora, al servirte un trozo de pan, piensa en su preparación, pártelo y reflexiona en lo que Jesús sufrió por ti y lo que tiene para darte. Ven y come gratuitamente, Él ya pagó todo!!!

7. El agua de la vida:

Estaba a seis meses de ser crucificado por lo que necesitaba dar a conocer las últimas verdades del Reino. En esta oportunidad, se alza en medio de una fiesta e invita a todos quienes tengan sed a acudir a la gran fuente de agua viva, que es Él mismo.

Juan confirma la invitación en el libro de Apocalipsis cuando dice: “Ya no tendrán hambre ni sed ni calor, porque el Cordero los pastoreará y los guiará a fuentes de agua viva” (Apocalipsis 7.17). Lo mismo le dice Jesús a la mujer samaritana y nos dice hoy a nosotras: “No volveremos a tener sed jamás”.

¿Te has sentido sedienta? ¿La soledad te ha angustiado?¿Has sentido que tu espíritu se requebraja? ¿Te has sentido igual que David, anhelando las corrientes de agua, tal como un ciervo? Jesús te dice que seas feliz, pues serás saciada y gratuitamente. Es más, Jesús estaba anunciando la venida del Espíritu Santo, para que nos acompañe a diario y sea derramado “sobre tierra sedienta” para que podamos retener sus bendiciones hasta nuestros descendientes. Acudamos a su gracia y te sorprenderás!!!

Aún quedan 14 características más… no te las pierdas y confía:

«Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4.16)

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