Por Carolina Neira Campos
En este apartado, quisiera renovar una convicción de la gracia de Dios en nosotras. Puede llegar a ser muy poderosa si la aceptamos. Se basa en la desafiante historia de a campesina Ester, que llegó a ser reina para salvar a su pueblo. La verdad es que somos reinas pero no esas de Disney… sino esa que Dios prepara para pelear por nuestra generación.
Gracia divina
Seguramente ya hemos estado en un tratamiento de belleza ideado por el Rey. Para poder presentarnos aprobadas y ser desafiadas por Él, debemos pasar por un riguroso procedimiento.
Este tratamiento consiste en un tiempo con «aceite de mirra» seguramente con exfoliantes que duelen y comienzan a sacar todas esas asperezas que no embellecen, sino sólo molestan. Estar en las manos del que sabe, nos da la confianza de que el proceso será bien hecho.
Pero luego viene un tiempo de suaves aceites y perfumes. Los más delicados ungüentos bañan tu piel y se mezclan en los tejidos de tu alma.
Parte de un buen final
Considera todo como parte de este tratamiento, Dios sabe para qué te ha estado preparando. Tiene planes para ti de bienestar. Además, cuando te dice que eres una reina y que te vistas de esta nueva mujer, no te deja sola, te da una armadura perfecta y te dice: «Yo pelearé por ti».
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Recuerda que la armadura de Dios, no es un maquillaje bélico ni una actitud desafiante, sino es cada día vestirse con:
- el cinturón de la Verdad
- la coraza de justicia
- el calzado de la paz
- el escudo de la fe
- el casco de la salvación y
- la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios
No seamos como Vasti que se negó a ir donde el rey (por la razón que haya sido). Ester en cambio, se paró frente a la sala del rey, pero no se quedó ahí, se acercó y encontró la gracia de su rey.
Acercándonos al Rey
A veces nuestra naturaleza caída o las heridas nos impiden acercarnos y amar a nuestro Rey. Ester no se llenó de joyas para presentarse ante el rey, vino tal cual había sido preparada y fue grata ante los ojos de Asuero, su majestad.
Ciertamente, Ester era una mujer “inadecuada” para llevar la corona de reina: era mujer, judía, huérfana, campesina… pero lo que no sabía era que en todos esos quebrantos Dios la preparó para cumplir su misión. Además, tenía el imago Dei y Dios la había creado “sin faltar nada en su libro” (Salmo 139).
Nuestro propósito
Estamos en una guerra para salvar esta generación, no nos quedemos mirando cómo esto se destruye: Vamos a la guerra!!!
Y para todos:
Cuando el rey Asuero dictó el edicto para salvar al pueblo judío en Babilonia, no les dio privilegios, ni regalos, ni grandes tesoros sino les dio el derecho de enfrentar a los que los atacaran para salvar a su pueblo desde el lugar que se encontraran.
Por tanto todos los judíos pelearon en contra de sus enemigos y defendieron a su pueblo. Cuando ellos se pusieron de pie para pelear, “se invirtieron los papeles”, ahora sus enemigos les temían porque no peleaban solos. Enfrentaron y destruyeron cada muestra de Amán, a él y a sus hijos.
Por lo tanto, hombres y mujeres, vistámonos con la armadura de Dios y peleemos por nuestra generación: Vamos a la guerra!!!