Errores reales
Por Carolina Neira Campos

Hola soy Carolina Neira Campos y quiero reflexionar contigo en los próximos minutos, sobre algunas malas decisiones que unos reyes de la antigüedad tomaron. Pero a la vez, son errores reales porque los cometemos nosotros también incluso sin darnos cuenta.

La historia se relata en el primer libro de los Reyes capítulo 20. El rey de Siria convoca a otros 32 reyes para atacar al rey de Israel. Para ello, sitia a Israel y le envía mensajeros con el siguiente recado: “Dame todo tu oro, plata, mujeres e hijos más hermosos. A lo que el rey de Israel respondió: “Todo es tuyo, mi Señor”. Luego, vuelven más mensajeros diciendo: Mañana a esta hora entraremos a tu palacio y tomaremos todo lo de valor ya sea tuyo o de tus funcionarios. Israel ataca a Siria aprovechando sus borracheras y Dios le da la victoria en las montañas. El rey sirio escapa con vida y sus consejeros le dicen: “El rey de los israelitas debe ser un dios de montaña por eso nos vencieron, pero si los atacamos en la llanura, venceremos”.

Contraatacaron reforzados con más capitanes de guerra, carros y caballerías, y Dios nuevamente le dio la victoria a Israel. El rey de Siria escapó con vida y decidió pedir clemencia a cambio de favores que podía hacerle a Israel, a lo cual el rey del pueblo de Dios accedió sin problemas.

 

Revisemos estos errores reales:

Error N °1: Dejar que el enemigo acampe afuera de tu hogar.

El rey de Siria lo hizo y el rey de Israel dejó que lo hiciera, no se opuso. Pero, ¿quién es nuestro enemigo? Nuestro enemigo es el diablo que anda buscando a quién destruir. Incluso anda como león hambriento (1 Pedro 5.8). Nuestro enemigo no es el vecino, el jefe, la suegra ni los que piensan distinto a ti. Sino que el enemigo de Dios se constituye en enemigo de todo lo que Dios ama. 

Ahora, ¿cómo podemos identificarlo? Al igual que el rey de Siria, nuestro enemigo puede enviar mensajeros y se disfraza de ángel de luz (2 Corintios 11.14). No es ese mono rojo con cachos y un tridente en la mano. Si fuera así, sería fácil reconocerlo. La manera más efectiva de reconocer sus engaños y mentiras, es teniendo certeza de las verdades de Dios.  

Podrás estar pensado ¿y cuánto poder tiene este enemigo? ¿realmente es de cuidado? Ya vimos que anda como león hambriento. No se tú, pero yo me cuidaría de un león que ande suelto en mi barrio y que más encima esté hambriento. Nuestra lucha no es contra personas, sino contra grandes potestades y espíritus malvados que actúan en el cielo (Efesios 6.12). Ciertamente, es muy poderoso. Nos soplaría como hoja de otoño. Pero el Dios que te ama es todopoderoso, por eso debemos estar en el equipo correcto. 

El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito [dijo Jesús] es darles una vida plena y abundante (Juan 10.10). 

No permitamos que nuestro enemigo acampe en nuestro jardín, ni se acerque a nuestro hogar, pues no viene a saludarnos y darnos fruta, sino a destruirnos.

 

Error N°2: Abrir la puerta de tu casa al enemigo

El rey de Israel, siendo rey, dejó que su enemigo entrara a su palacio a llevarse lo más valioso. Y al abrirle la primera vez, el enemigo fue de nuevo. 

¿Qué hemos cedido a nuestro enemigo? Dios nos ha dejado como administradores de muchas cosas, entre ellas nuestra familia, finanzas, tiempo, profesión… ¿Cómo las estamos administrando? Dios puso al hombre en el Edén para que se ocupara de él y lo protegiera (Génesis 2.15) y quien recibe el cargo de administrador, debe ser fiel (1 Corintios 4.2). ¿Estamos siendo fieles con lo que Dios nos dejó a cargo? ¿Estamos cuidando nuestra familia, matrimonio, finanzas? ¿Qué hacemos en nuestro tiempo libre? ¿Acaso, hemos dejado que el enemigo entre a nuestro hogar y se lleve lo más valioso? Filosofías extrañas, mentiras y engaños, amistades tóxicas, pasatiempos dañinos, adicciones que matan…

Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25.23).

 

Error N°3: Hacer un trato con tu enemigo

Dios ya había librado dos veces a Israel en manos de los sirios. Dos veces el rey de Siria debió salir arrancando frente a un disminuido ejército que lo humilló hasta el cuello. Sin embargo, el rey de Israel le concedió la libertad y firmaron un pacto de apoyo mutuo. 

El profeta Isaías lo advirtió: ¡Qué aflicción les espera a los que buscan ayuda en Egipto, al confiar en sus caballos, en sus carros de guerra y en sus conductores; y al depender de la fuerza de ejércitos humanos en lugar de buscar ayuda en el Señor, el Santo de Israel! (Isaías 31.1). Jesús mismo tuvo que contenerse ante todos los ofrecimientos que recibió cuando fue tentado por el diablo. Pero no hizo pacto con él.

El llanto de Dios ha sido por dos cosas: lo hemos abandonado como nuestra fuente de aguas vivas, y hemos cavado cisternas que están agrietadas y no retienen el agua. (Jeremías 2.13)

 

 

 

Error N°4: Creer que estamos solos en las batallas

Los consejeros sirios le dijeron a su rey que el Dios de Israel era un dios de montaña, pero que si peleaban en el valle, vencerían. ¡Tremendo error! No sabían que mi Dios está en todos lados. No sabían que mi Dios pelea todas mis batallas, ya sea en mis montañas más altas, como en los valles más oscuros. ¡Con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos y para pelear nuestras batallas por nosotros! (2 Crónicas 32.8). No sé qué batalla pudieras estar peleando hoy. Por tu matrimonio, tus hijos, tus finanzas, alguna adicción que te tiene esclavizado… Deja de ser el capitán y permite que Dios sea el Señor de los ejércitos celestiales que pelee por ti. Podrán venir mil a tu derecha y otros tantos a tu izquierda, pero no debes temer. Confía como el salmista, diciendo: Pero tú, oh Señor, eres un escudo que me rodea;…No tengo miedo a los diez mil enemigos que me rodean por todas partes (Salmo 3.3 y 6). No cometas el error de los sirios. 

 

Algunas enseñanzas:

  • El diablo es astuto, te pide un par de cosas y luego, todo. Además, envía mensajeros

  • Abres la primera vez la puerta y tocará otra vez

  • El diablo quiere arrasar con todo a tu alrededor, no te sorprendas

  • Cuando Dios te diga: «No cedas a sus exigencias», es a ninguna

  • Dios ya venció a tu enemigo (Romanos 8.37)

  • No podemos dormirnos en los laureles. Prepara un plan. Cierra las puertas

  • Dios vence en todas tus batallas (montaña o valle)

  • El diablo se robustece para contraatacarte

  • No seas gentil con tu enemigo

  • El diablo puede rendirse en un momento, pero no hagas pacto con él… sigue siendo tu enemigo

 

Y luego de todo esto: ¿Qué harás? ¿Dejarás que tu enemigo siga rondando en tu jardín, plantando cardos y espinos? ¿Permitirás que tu enemigo entre a tu sala familiar con mentiras y engaños? ¿Harás un pacto con él? ¿Crees que estás peleando y solo sientes ganas de rendirte?

 

Te cuento que hay otra persona en tu jardín y hoy toca tu puerta. Jesús dijo: ¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos (Apocalipsis 3.20). 

No basta con oír de Jesús, tal vez lo hemos hecho por muchos años. Es necesario abrir la puerta para que entre y habite con y en nosotros y Él restaurará nuestras vidas.

 

Entonces, ¿a quién le abrirás la puerta?

 

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