El agua de la Vida

Estaba a seis meses de caminar a la cruz por lo que necesitaba dar a conocer las últimas verdades del Reino. En esta oportunidad, se alza en medio de una fiesta e invita a todos quienes tengan sed a acudir a la gran fuente de agua viva, que es Él mismo: Jesús, el agua de la Vida.

Juan confirma la invitación en el libro de Apocalipsis cuando dice: “Ya no tendrán hambre ni sed ni calor, porque el Cordero los pastoreará y los guiará a fuentes de agua viva” (Apocalipsis 7.17). Lo mismo le dice Jesús a la mujer samaritana y nos dice hoy a nosotras: “No volverás a tener sed jamás”.

Se me vienen dos historias a la mente.

La primera se relata en Éxodo 15, cuando el pueblo de Israel ya había salido de Egipto y no encontraban agua que se pueda beber en el desierto. Fue tanto su descontento que se enojaron con Moisés, su líder, por salir de la tierra del Faraón. A ese lugar lo llamaron Mara, que traducido es Amargura. Pero al salir de esa tierra, les esperaban 12 manantiales y 70 palmeras que Dios había provisto para ellos. Y acamparon allí junto a las aguas.

La otra historia que recuerdo en este momento es la de Agar. Cuando ella y su hijo Ismael salieron del campamento de Abraham, llevaron envases con agua para el camino. Pronto se les acabó y su destino, en pleno desierto, no era más que morir deshidratados. Su hijo lloraba y ella desde lejos no quería verlo morir. Pero Dios le dice: Agar, ¿qué pasa? ¡No tengas miedo! y en eso, le abrió sus ojos y pudo ver un pozo, en pleno desierto, con el que pudo saciar la sed y evitar la muerte de ambos.

Tal vez, has vivido en tierra de Mara y tu vida se ha vuelto amarga, o has estado en medio de aguas tormentosas como lo estuvo Noé y su familia en el arca. Quizás, tu propia agua se acabó y ya no tienes esperanza. Sal de esa tierra y camina hacia los manantiales que tu Padre te ha preparado, podrás descansar ahí y saciar tu sed. Abre tus ojos, en medio de tu desconsuelo, y verás que en medio de tu desierto, Dios te ha regalado un pozo de agua para que tengas vida en abundancia.

¿Te has sentido sedienta?

¿La vida te ha vuelto seca de esperanza?¿Has sentido que tu espíritu se requebraja? ¿Te has sentido igual que David, anhelando las corrientes de agua, tal como un ciervo? Jesús te dice que seas feliz, pues serás saciada y gratuitamente. 

Jesús estaba anunciando la venida del Espíritu Santo, para que nos acompañe a diario y sea derramado “sobre tierra sedienta” para que podamos retener sus bendiciones hasta nuestros descendientes. Te regalo la profecía de Isaías, cuando dice: Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía. 

Acudamos a su gracia y te sorprenderás!!!caminar a

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