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DECIDIR: Una vida de perdón
Por Carolina Neira Campos

Hola a todos, sé que el tema del perdón es bastante recurrente y muchas veces es tratado a la ligera. Algunos dirán: “Perdona y ya” o “Solo dilo y te sentirás mejor”. Por otra parte, hay quienes te aconsejarán: “No tienes que perdonar, lo que te hicieron fue tremendo” o “No perdones mientras no te pidan perdón”. Palabras fáciles y rápidas. Sin sentido ni sabiduría.

Tener una vida de perdón o una actitud perdonadora se alcanza al tener una convicción firme en lo que Dios te dice y lo que Él hace por ti. No estás a la deriva. Tenemos un Dios que ve (tal como lo dijo Agar) y un Dios que escucha (así como dijo Ana).

En esta serie hemos hablado de PENSAR en el daño y en el agresor, para tratar de mejor manera la herida; ELEGIR la justicia de Dios y la paz, en vez de nuestra justicia y la tormenta que significa cargar con el resentimiento; RENUNCIAR al derecho de venganza y dejar que el Dios de las venganzas se haga cargo. Ahora, hablemos un poco sobre DECIDIR.

Qué es decidir

Quizás sientas que no hay diferencia entre elegir y decidir, o que hay una diferencia mínima entre ambas. Déjame decirte que, aunque parecen similares, no lo son. Te lo explico así. Pasamos por la vitrina de una tienda y vemos dos pantalones. Uno es verde y el otro es café. Entre los dos eliges el verde y te vas, sigues tu camino. Decidir por el verde sería entrar a la tienda y comprarlo. Elegir es la acción personal de seleccionar una opción, mientras que decidir es un proceso objetivo y razonado que te lleva a tomar acción. 

Entonces, es el momento de tener el propósito de hacer algo tras una elección reflexiva. Al ELEGIR la justicia de Dios es indicar la preferencia entre la de Dios y la propia. 

Alguien dijo: “Perdonar no es olvidar, es dejar ir”. Tal vez lo interpretó de Marcos 11.25, cuando Jesús dice “Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo y dejen ir ese dolor (abandónalo, déjalo ir), para que también su Padre que está en los cielos los perdone a ustedes y deje ir sus faltas y errores” (versión AMP). 

Hay un mito que afirma que perdonar significa restaurar la confianza plenamente, lo cual es falso. A veces, la confianza no se recupera totalmente o es necesario un tiempo para reconstruirse. En otras ocasiones, sería recomendable que parte de tu toma de decisiones sea alejarte de esa persona y establecer límites definidos.

Debemos dar pasos. 

Decide no traer a tu mente de manera obsesiva lo que te sucedió. Zofar le dijo a Job: “Dejarás de acordarte de tus sufrimientos por completo, y si acaso los recuerdas, serán como aguas que pasaron, será como recordar cosas sin importancia” (Job 11.16). Cada vez que vuelvan esos pensamientos y nos quieran derrotar, volvemos a DECIDIR y a tomar acción: vamos a la cruz y se los entregamos a Jesús donde quedarán amarrados y sin eficacia (2 Corintios 10.5). 

Una cosa es decir que elegimos la justicia de Dios, otra cosa es DECIDIR ir donde Él cada vez que quieras tomar la justicia en tus manos. Caminas y decides; sigues caminando y vuelves a decidir.

Debemos dejar ir el dolor, la ira y el resentimiento que puedan estar presentes en nosotros debido a la ofensa o el daño recibido. Debemos DECIDIR presentarnos ante Dios y que nos muestre si hay algo torcido en nuestra mente aún producto de lo que vivimos. Tal como lo dijo David: “Examíname, oh Dios, dime si mi conducta no te agrada, y enséñame a vivir como quieres que yo viva” (Salmo 139.24).

Decide volver a creerle a Dios, tal como Habacuc, a pesar de las circunstancias, declaró que aunque todo ande mal a su lado, decidió confiar en el Dios que los sostiene (Habacuc 3.18).

Cuidado con los acuerdos mentales

A veces tendemos a declarar frases como esta: “Nunca más volveré a confiar en una amistad” o “Todos los hombres son iguales” o cosas similares. Haces un pacto y decides no volver a tener amigos o enclaustrarse en casa para no volver a sufrir un daño. Eso es un acuerdo mental y solo coloca barreras y no límites. Te hiere más y no conduce a nada. Tampoco puedes evitar que te vuelvan a dañar.

Por eso, decide volver a creer y a afirmar la convicción que tu identidad y propósito están seguros en el diseño de tu Padre. Pablo lo dijo así: “Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer, pero no nos destruyen” (2 Corintios 4.8-9).

Decide, da pasos, deja ir, dale una oportunidad al que ama tu alma.

Haz del perdón, tu estilo de vida.

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