Dador de su Espíritu
Eran los últimos días de Jesús en la tierra y estaba dando las últimas lecciones a sus discípulos. Lo que vendría no era tan bueno: habrían persecuciones, muchos estarían en desacuerdo con los discípulos y los aborrecerían. Serían maltratados por compartir su fe. Y ante todo este escenario, más encima Jesús les dice que ya no estará más con ellos, pero les daría su Espíritu.
¿Pero, qué le pasó a Jesús?
Era el libertador, su Maestro, y ahora ¿se iba?? Notición para los seguidores de Jesús. Él sabía que no podía seguir al lado de ellos. Su humanidad lo hacía estar en un lado a la vez, pero tenía una idea mejor: Dejaría su propio Espíritu.
¡Qué buen plan! El Espíritu ya no estaría con nosotros sino en nosotros. Además, no vendría solo en momentos especiales y a personas especiales, como en el Antiguo Testamento, sino a todos los que crean en Jesús y eso te incluye a ti y me incluye a mí.
Dios mismo EN nosotras!! De lo contrario, podríamos leer los hermosos relatos de la vida de Jesús en la tierra, pero ¿cómo acercarnos a Él? ¿cómo recibir su dirección? o su consuelo??
Incuestionablemente, el Espíritu Santo es nuestro compañero de viaje, nos ilumina y trae verdad a nuestras vidas. Es quien nos da la convicción de que somos hijas de Dios. Es quien nos hace ver cuando estamos en caminos equivocados.
En el pasaje de Juan 16, Jesús dice que hay verdades que Él no podía decirle a los discípulos en ese momento, pero que su Espíritu se las haría saber cuando fuese necesario.
Vigente y disponible
Hoy el Espíritu Santo está vigente y disponible para nosotras. No es un amuleto, ni un asistente cuando lo queramos. Es nuestro mentor, es quien habla a nuestro espíritu y nos da su paz.
Nos da su fruto que no tiene comparación y nada se puede levantar contra lo que nos da: amor, gozo, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¿Qué más necesitamos? Nada!! y nadie podrá darnos lo que Él nos da. Por eso, nuestro corazón está satisfecho con su compañía y provisión.
Además, nos da regalos sobrenaturales, dones para que seamos de bendición a los demás.
Así como nos muestra el camino, va con nosotras en cada paso que damos ayudándonos, cuidándonos y dándonos aliento. Dios mismo, el que ama nuestra alma, en nuestro descanso, al levantarnos, en el trabajo… dondequiera que vayamos.
Amiga, ¿habías encontrado un compañero así? Jesús no nos ha dejado solas, ni carentes, es el dador de su Espíritu. Como resultado, su propio Espíritu está con nosotras hoy, búscalo a Él y ya no estará solo con nosotras sino en nosotras.