Amor Eterno
Por Carolina Neira Campos

En esta última semana de adviento quisiera que nos tomemos unos minutos para reflexionar sobre el AMOR.

Hoy en día es una palabra muy usada y, me atrevo a decir, subvalorada. 

Todos tenemos la necesidad de ser amados y, por esa razón, andamos buscando el amor y la aprobación de muchas maneras. Creemos equivocadamente que el amor de una pareja podría suplir esa carencia y buscamos en una y otra persona ese amor que nos complazca totalmente. Después de tanto buscar, puedo decir que estaba totalmente lejos de la verdadera solución.

Aunque soy cristiana de pequeña, debieron pasar muchas situaciones hasta que comprendí que esperar un amor perfecto de personas imperfectas es solo una ilusión. Ese fue el momento en que me dejé amar por quien es el autor y la fuente del amor: Dios.

Dios es amor y aunque me dice que me ama con amor eterno, no lo disfrutaba como era debido. Solo conocía hasta ese momento al Dios protector, proveedor, sanador… pero me faltaba encontrarme con esa parte de su carácter que más necesitaba: mi Dios amante.

Hay un verso muy conocido que dice: «De tal manera amó Dios al mundo que dio a su único hijo para salvar a los que creen en Él» (Juan 3.16). Tal vez lo has escuchado, pero te invito a enfocarte en el inicio del verso: De tal manera. Otra versión dice: Dios amó tanto al mundo. Y sí, ahora entiendo, nos amó de una manera grandiosa, perfecta, eterna, extravagante, incondicional e inagotable. Esa es su forma de amar y por ese amor por ti y por mí, envió a Jesús para que nos representara ante Él y nos acercara al Padre.

Dios me está esperando…

No nos conformemos con menos, no hay mayor amor que este, nos dijo Jesús, que el que da su vida por sus amigos. Y Él lo hizo. 

Tengo esta visión, de andar buscando bajo la mesa alguna migaja para tratar de saciarnos, pero no nos hemos dado cuenta que el banquete que está servido sobre la mesa es para nosotros. Hemos pasado años de nuestra vida perdiéndonos de disfrutar lo que Dios ha preparado, lo cual es perfecto para nosotros, justo lo que necesitamos y no se acaba, dura para siempre, no se provee bajo condiciones ni restricciones. Todos estamos invitados, tal cual somos.

Cuánto tiempo te habrás desgastado para amar a alguien y sentías que era infructuoso e inútil. Como que nada complacía, siempre era poco y nunca apreciado. Y claro, para mí ahora tiene sentido: No podemos dar lo que no tenemos. Solo desde el día que nos sintamos regaloneados por Dios, sumergidos en su profundo mar de gracia, podremos llenar nuestro estanque para poder amar a otros. 

Navidad nos habla de amor.

Precisamente, en este tiempo de Navidad podemos asimilar de una manera especial este Amor. Dios envió a su hijo, literal. Siendo Dios, Jesús dejó esa posición y vino a nacer como un niño sin privilegios, su vida entera fue sin regalías y su muerte sin concesiones. Todo por encontrarnos.

Sumérgete en su amor, disfrútalo porque es para ti. No pretendas ganártelo porque es un regalo. Y recuerda: Donde hay amor, no hay temor. 

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