Por Carolina Neira Campos
Todo nace de una simple pregunta: ¿qué es la esperanza para ti?
Parece fácil, pero darle un significado propio al concepto de esperanza se vuelve un poco complejo. El diccionario puede darnos una definición, sin embargo debemos encontrar un sentido personal a ese término.
Esto se vuelve un poco más difícil cuando Pedro nos dice: “Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes.” (1 Pedro 3.15 NVI). No sólo a quienes nos pregunten qué es sino en qué basamos esa esperanza.
Seguí muy intrigada con el tema. Luego de darle vueltas al asunto concluí que, para mí, es saber que no estoy aguardando en vano. Que las promesas se cumplirán una a una, en el momento oportuno.
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Una promesa cumplida
Se acerca la Navidad, fecha que alimenta mi esperanza. Un día Dios Padre prometió que se nos daría un niño maravilloso y que su Reino no tendrá fin. Esa promesa cumplida hace dos milenios atrás, me inspira para confiar en cada pacto de Dios para mi vida.
Estamos en un mundo lleno de inseguridades y colmado de mentiras. Pero Dios tiene buenos planes para mí (Jer.29.11) y que una sola esperanza nos llama (Ef.4.4). Aunque pareciera tardar, seguimos esperando (Hab.2.3). Poniendo los ojos en el Invisible (He.11.27) porque Fiel es el que prometió (He.10.23). Creemos que en el momento preciso, Dios cumplirá su plan (Ef.1.10). En medio de la tensión entre la promesa y su cumplimiento, tenemos una garantía segura que Dios no fallará, pues nos ha dado su mismo Espíritu para seguir confiando en Él (Ef.1.14).
¿Qué dice el original sobre esperanza?
Al revisar el término en el idioma original, encuentro tres bellas ilustraciones. Por su parte, en griego (elpis) significa esperar con anhelo y confianza. Mientras que en hebreo se presenta con dos definiciones: (makjasé) refugio seguro y (ticvá) cuerda. Me encanta pensar que tengo un lugar donde seré protegida. Que nada podrá alejarme de mi Padre y donde Él mismo se encarga de defenderme.
De la misma manera, siento que Dios ha puesto una cuerda firme a mi alrededor y en el otro extremo está Él. Mientras camino por los senderos de esta vida, esta cuerda me va guiando y sosteniendo en medio de las dificultades y temores. Salomón dijo “Tu esperanza no será cortada” (Prov.23.18). Claro que no, porque Cristo es nuestra esperanza de gloria (Col.1.27), es Él quien nos lleva al Padre y su misión no nos defraudará. Mientras los que se olvidan de Dios, colocan su esperanza en telarañas (Job 8.13-14), puedo decir como el profeta:
“He puesto mi esperanza en el Señor y Él me escuchará” (Mi.7.7)
Ahora, una nueva pregunta sería: ¿Dónde has puesto tu esperanza? En tus pertenencias, en tu familia, en tus estudios o situación financiera. Si fuese así, te invito a esperar en Dios, pues para Él todo es posible (Mt.19.26) y decir: “El Señor es todo lo que tengo, en Él esperaré” (Lam.3.24)